5 Verdades sobre la Gracia de Dios

Entender la gracia de Dios de manera exhaustiva es imposible. Nunca podremos comprender completamente cómo un Dios tan santo cuya ira está encendida contra los pecadores puede salvar a pecadores que huyen de él constantemente y se deleitan en ofenderle.

No obstante, la Biblia nos da suficiente información para que entendamos algunas cosas importantes sobre la gracia de Dios. Aunque estamos tratando con un Dios infinito, él ha querido revelarse a nosotros por medio de la Biblia para enseñarnos el camino de salvación por gracia.

Ya en otra ocasión hablé sobre el estado del hombre fuera de la gracia según Efesios 2:1-3. Hoy quiero centrar mi atención en Efesios 2:4-7, de donde podemos extraer al menos cinco verdades sobre la gracia de Dios:

1- La gracia procede del amor y la misericordia de Dios

La gracia es la revelación del carácter amoroso de Dios hacia los seres humanos que le han ofendido. No procede de algo que él vea en nosotros, sino de su gran amor y de su rica misericordia.

Por eso el apóstol Pablo escribe que Dios nos ha dado vida por su gran amor y porque es rico en misericordia. Estos atributos comunican el carácter de Dios por medio de la gracia que ha dispensado a los pecadores.

El Dr. Calvino escribe:

«La gracia es propiamente el efecto de la misericordia, porque Dios no tuvo otra razón para abrazarnos en amor sino el apiadarse de nuestras miserias.»

2- La gracia actúa sin esperar que nosotros actuemos primero

La gracia no espera nuestra iniciativa, sencillamente porque no tenemos iniciativa. Estamos muertos en nuestros delitos y pecados, así que la gracia de Dios actúa aun estando nosotros muertos en pecados y nos da vida juntamente con Cristo.

Un enfermo, por muy mal que se sienta, hace el esfuerzo por alcanzar la medicina que está al lado de la cama. Un muerto, aunque hubiera una pastilla que diera vida nuevamente, no podría tomar la iniciativa de tomar la pastilla. Así de muertos estamos nosotros espiritualmente, por eso la gracia de Dios debe actuar sin esperar que nosotros actuemos.

3- La gracia depende únicamente de nuestra unión con Cristo

No hay ser humano que pueda obtener el favor de Dios aparte de su identificación con Cristo. Solo en virtud de la redención efectuada por Cristo es que la gracia puede llegar a los elegidos.

A veces se nos enseña que, para permanecer en un estado de gracia o para alcanzar el favor de la gracia, necesitamos mantener un buen récord de obediencia. Pero el apóstol Pablo dice que hemos recibido vida «juntamente con Cristo» (v. 5) y que hemos sido sentados en lugares seguros «juntamente con Cristo» (v. 6).

Solo unidos a Cristo podemos permanecer en la gracia de Dios.

4- La gracia no necesita ser completada por nuestras obras

Alguna vez escuche a un predicador decir que Cristo pagó nuestros pecados pasados, pero los presentes los pagamos nosotros. Qué locura. La gracia nos es dada completamente en Cristo.

Pablo enseña que hemos sido resucitados y glorificados con Cristo. La salvación es una obra completa, llevada a cabo por Dios solamente.

Aunque vivimos en este cuerpo y en este mundo, esperamos algo que ya ha sido completado. No necesitamos obras que nos hagan aceptos delante de Dios. El Padre nos ve glorificados en Cristo.

5- No exalta nuestras obras, sino la gracia de Dios

Esta es la conclusión lógica todo el argumento salvífico: “mostrar en los siglos venideros la inmensurable riqueza de su gracia, en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús.” Dios quiere mostrar su gracia a nosotros pecadores y ser glorificado por ella.

El día que estemos delante del Señor, su gracia será exaltada, no nuestra perseverancia. Gritaremos de gozo al ver el camino recorrido y recordar cómo en cada pecado, en cada escacez, en cada situación de la vida la gracia de Dios nos sostuvo.

Si estás en Cristo, disfruta esta gracia y agradece a Dios por ella en oración.

¡Invita a otros a leer!