La serie Verdades Esenciales está compuesta por algunos artículos sobre temas doctrinales básicos. A la vez que son una articulación sencilla de la fe cristiana, me permiten dar a conocer aquellas cosas que sostengo como verdades eternas y que moldean mi fe. Advertencia: No esperes nada nuevo si eres creyente. 🙂
La Biblia es la Palabra de Dios. Todos los creyentes necesitamos tener una perspectiva clara sobre las Sagradas Escrituras. La Biblia es el alimento espiritual por el cual el Señor sostiene y guía a los creyentes.
Los siguientes tres puntos son verdades esenciales que todos los creyentes sostienen y que debemos tener claras.
1- La Biblia es la revelación de Dios al hombre
Pero ante todo entended que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.
(2 Pedro 1:20-21)
Cuando afirmamos que la Biblia es la revelación de Dios al hombre, queremos decir que Dios mismo se ha revelado a los seres humanos a través de su Palabra escrita. Si no fuera por la Palabra de Dios escrita, los seres humanos no tendrían oportunidad de conocer a Dios para salvación. Pero por su gracia, él se ha dado a conocer en la Biblia.
Eso es lo que Pedro da a entender con la frase “nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.” Si alguien quiere conocer a Dios verdaderamente, debe prestar atención a la Palabra que Dios inspiró y abstenerse de buscar cualquier otro método para «conocer a Dios».
2- Toda la Biblia es la palabra de Dios
Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.
(2 Timoteo 3:16-17)
El apóstol Pablo afirma que “toda la Escritura es inspirada por Dios.” Cada uno de los 39 libros que componen el Antiguo Testamento y cada uno de los 27 libros que componen el Nuevo Testamento son la palabra inspirada de Dios. Cada parte tiene la misma autoridad de parte de Dios. Esto protege a los creyentes contra la práctica no saludable de dar atención especial solo a algunos pasajes favoritos de las Escrituras.
Los cristianos deben ser instruidos en «todo el consejo de Dios» (Hch. 20:27), y ese consejo está contenido en todos los libros de la Biblia. Esto habla de la profunda importancia que cada parte de la Biblia tiene para los creyentes. Debemos estudiarla con sumo cuidado, a fin de obtener lo máximo de ella para nuestras vidas.
3- La Biblia es nuestra única norma de doctrina y práctica
Santifícalos en tu verdad: tu palabra es verdad.
(Juan 17:17)
La palabra de Dios es viva, eficaz y más cortante que toda espada de dos filos: penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.
(Hebreos 4:12)
A fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.
(2 Timoteo 3:17)
En Juan 17, el Señor está orando por sus discípulos antes de separarse de ellos, y pide al Padre que sean santificados. Es muy importante notar que el medio en el que los cristianos son santificados es la Palabra de Dios, la verdad que Dios ha revelado en las Santas Escrituras. Esto es así porque, como enseña Hebreos 4:12, la palabra de Dios es totalmente poderosa para penetrar hasta el interior del ser humano y revelar sus pecados, a fin de llevarle al arrepentimiento y al reconocimiento del Señor Jesucristo como Dios, Señor, y Salvador.
La persona que se expone a las Escrituras tendrá una mejor relación con el Señor y estará preparada enteramente para toda buena obra (2 Timoteo 3:17). La Palabra de Dios es útil y poderosa para prepararnos para servir al Señor. En otras palabras, el crecimiento espiritual que podamos tener está directamente relacionado con el contacto y el conocimiento que tengamos de las Santas Escrituras. Por eso debemos procurar ser creyentes que crecen de manera sana, basados en la Palabra de Dios y no en métodos humanos.
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