La serie Verdades Esenciales está compuesta por algunos artículos sobre temas doctrinales básicos. A la vez que son una articulación sencilla de la fe cristiana, me permiten dar a conocer aquellas cosas que sostengo como verdades eternas y que moldean mi fe. Advertencia: No esperes nada nuevo si eres creyente. 🙂
Parece haber mucha confusión respecto a la Persona y la obra del Espíritu Santo en la actualidad. Algunos grupos religiosos creen que el Espíritu Santo es una simple energía que proviene de Dios. Otros piensan que el Espíritu Santo es la fuente de toda clase de desórdenes en la iglesia, desórdenes que muchos llaman «manifestaciones sobrenaturales del poder del Espíritu Santo». Sin embargo, a la luz de la Biblia hoy entenderemos cinco verdades esenciales sobre el Espíritu Santo.
1- El Espíritu Santo es una Persona divina
Los siguientes versículos bíblicos testifican la verdad esencial de que el Espíritu Santo es una Persona divina.
Mateo 28:18: Por tanto, id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
1 Corintios 2:13: De estas cosas hablamos, no con palabras enseñadas por la sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual.
Efesios 4:30: Y no entristezcáis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención.
1 Corintios 12:11: Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere.
El Espíritu Santo comparte la misma esencia del Padre y el Hijo. Esto le hace digno de adoración de la misma manera que la recibe el Padre y el Hijo. Además, 1 Corintios 2:13 afirma que el Espíritu Santo tiene intelecto, esto es, la capacidad comprender y de enseñar las verdades espirituales a los creyentes. Pablo está hablando de que el Espíritu Santo inspiró las Escrituras; él comunicó el conocimiento que Dios se propuso revelar a los creyentes a través de la Biblia.
Efesios 2:13 muestra otro atributo de personalidad del Espíritu Santo: él puede ser entristecido, tiene emociones como un ser personal. El Espíritu Santo se entristece al ver que los creyentes persisten en fallarle al Señor desobedeciendo su Palabra. Por último, 1 Corintios 12:11 afirma que el Espíritu Santo tiene voluntad, otra característica que lo hace una Persona, ya que las energías o los objetos inanimados no tienen voluntad ni emociones.
Estas y otras características que encontramos en la Biblia demuestran que el Espíritu Santo no es una simple energía, como muchos creen. Él es una Persona divina, la tercera Persona de la Trinidad, y merece nuestra reverencia y adoración.
2- El Espíritu Santo regenera y Bautiza
La Biblia afirma claramente la función que el Espíritu Santo lleva a cabo en la redención de los pecadores; aquí hay algunos ejemplos de ello:
Juan 1:12-13: Mas a todos los que lo recibieron, a quienes creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios. Estos no nacieron de sangre, ni por voluntad de carne, ni por voluntad de varón, sino de Dios.
Juan 3:5-7: Respondió Jesús: –De cierto, de cierto te digo que el que no nace de agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios. Lo que nace de la carne, carne es; y lo que nace del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: “Os es necesario nacer de nuevo”. El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo aquel que nace del Espíritu.
1 Corintios 12:13: Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, tanto judíos como griegos, tanto esclavos como libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu.
En estos versículos vemos la actividad regeneradora del Espíritu Santo y cómo él bautiza a las personas en el cuerpo de Cristo. Es el Espíritu Santo quien hace nacer de nuevo a los pecadores y confiar en Cristo para salvación. Eso significa que la obra del nuevo nacimiento no puede ser llevada a cabo por causas materiales, sino que es una obra sobrenatural que el Espíritu Santo hace en los pecadores que están muertos en delitos y pecados (Ef. 2:1-3).
El comentarista bíblico William MacDonald escribe lo siguiente:
«Ningún otro hombre puede salvar a nadie. Un predicador, por ejemplo, puede sentir grandes deseos de ver que alguien nazca de nuevo, pero no tiene poder para producir este maravilloso nacimiento (…) Esto significa sencillamente que el poder para producir el nuevo nacimiento no descansa en nada ni en nadie más que Dios [el Espíritu Santo].»
Además, en el momento del nuevo nacimiento, todos somos bautizados en el Espíritu Santo, lo cual significa que somos unidos al cuerpo de Cristo. Como bien lo explica el pastor John MacArthur:
«No pueden existir creyentes que no hayan sido bautizados en el Espíritu y tampoco puede haber más de un bautismo en el Espíritu, de lo contrario se destruye el principio de unidad en el Cuerpo de Cristo. Todos los creyentes han sido bautizados con el Espíritu y por eso conforman un solo Cuerpo.»
Esa es la obra que el Espíritu Santo hace en los incrédulos: los hace nacer de nuevo y los bautiza en el Cuerpo de Cristo.
3- El Espíritu Santo glorifica a Cristo
La función del Espíritu Santo respecto a las otras personas de la Trinidad también es claramente expresada en la Biblia. Para sorpresa de muchos, su función no es hacer demostraciones sobrenaturales ni desórdenes en la iglesia, sino glorificar a Cristo:
Juan 15:26: »Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí.
Juan 16:14: Él me glorificará, porque tomará de lo mío y os lo hará saber.
Efesios 5:18-20: No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu, hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.
Este parece ser uno de los aspectos más descuidados acerca de la obra del Espíritu Santo en muchas iglesias. Muchos creen que el Espíritu Santo ha venido para hacer un espectáculo y tirar a las personas al suelo, causándoles que hablen cosas que no pueden entender. Sin embargo, en estos textos vemos que el Espíritu Santo no se exalta a sí mismo. Contrario a eso, el Espíritu Santo glorifica a Cristo, porque nos lleva a conocerle más y más a través de las Santas Escrituras.
Estas palabras del comentarista William MacDonald son especialmente importantes:
«El Espíritu testifica tocante a Cristo. Ésta es su gran misión. No trata de ocupar a la gente con Él mismo, aunque es uno de los miembros de la Trinidad. Lo que hace es dirigir la atención tanto del pecador como del santo hacia el Señor de la gloria.»
En otras palabras, la misión del Espíritu Santo no es causar desórdenes en la iglesia, ni hacer que las personas pierdan la razón, sino testificar de Cristo y exaltarle en la iglesia. O como claramente lo afirma el Dr. John MacArthur:
«Ser llenos del Espíritu significa vivir en la presencia consciente del Señor Jesucristo y permitir que su mente, por medio de la Palabra, domine todo lo que se piensa y se hace.»
4- El Espíritu Santo es nuestro Maestro
El Espíritu Santo tiene un ministerio docente en la iglesia. Él enseña a los creyentes la verdad, y de eso hay muchas pruebas bíblicas:
Juan 16:13: Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga y os hará saber las cosas que habrán de venir.
1 Juan 2:20: Vosotros tenéis la unción del Santo y conocéis todas las cosas.
1 Juan 2:27: Pero la unción que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; así como la unción misma os enseña todas las cosas, y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en él.
Otra de las actividades que el Espíritu Santo lleva a cabo en la vida de los creyentes es la enseñanza de las verdades reveladas en las Escrituras. Como dijo Jesús, el Espíritu Santo guio a los apóstoles a toda la verdad conforme ellos escribían las Escrituras del Nuevo Testamento. Luego de cerrado el canon de las Escrituras, todos los creyentes son guiados por el Espíritu a conocer, comprender, y aplicar toda la verdad que ha sido revelada en las Sagradas Escrituras del Antiguo y el Nuevo Testamento.
En sus cartas, Juan nos deja claro que todos los creyentes tienen la capacidad de comprender las Escrituras porque tienen la unción divina, la unción del Espíritu Santo. Esto arroja una responsabilidad sobre cada creyente genuino: la responsabilidad de leer las Escrituras diariamente bajo la dirección del Espíritu Santo. Todos los creyentes son participantes de esta unción desde el momento en que nacieron de nuevo por el Espíritu Santo. Él es nuestro Maestro.
5- El Espíritu Santo nos da dones para servir a los santos
Por último, es preciso afirmar que el Espíritu Santo imparte dones y habilidades a todos los creyentes para que los pongan al servicio de otros creyentes en la iglesia local:
1 Corintios 12:4-7: Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo. Y hay diversidad de actividades, pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el mismo. Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para el bien de todos.
1 Corintios 13:8-10: El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, cesarán las lenguas y el conocimiento se acabará. En parte conocemos y en parte profetizamos; pero cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará.
Hebreos 2:1-4: Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos. Porque si la palabra dicha por medio de los ángeles fue firme y toda transgresión y desobediencia recibió justa retribución, ¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? La cual, habiendo sido anunciada primeramente por el Señor, nos fue confirmada por los que oyeron, testificando Dios juntamente con ellos, con señales, prodigios, diversos milagros y repartimientos del Espíritu Santo según su voluntad.
Estos versículos muestran al menos tres cosas importantes respecto a los dones espirituales.
Primero, el propósito de los dones espirituales no es que las personas que los reciben se llenen de orgullo, sino que sirvan a los santos. Como bien escribe Pablo, los dones son dados a la iglesia «para el bien de todos». Nadie puede causar que los dones espirituales vengan a su vida, sino que es el Espíritu Santo quien los otorga a fin de capacitarnos para servir a la iglesia. Las personas que enseñan, los que limpian la iglesia, los que participan en la música, los que participan en las ventas, los que sirven con los niños, los que evangelizan, los que dirigen, y todas las personas que se involucran en la iglesia, lo hacen porque el Espíritu Santo los capacita para servir a los santos, no para llenarse de orgullo.
Segundo, más allá de los dones espirituales está el amor fraternal. Aunque los dones sobrenaturales terminarían, Pablo escribió que el amor nunca dejaría de estar presente en la iglesia. Estos dones espirituales sobrenaturales como hablar en lenguas, profetizar, y sanar enfermos no tenían el propósito de ser permanentes, ni son los únicos dones espirituales. Ni siquiera son los más importantes. El gran don que la iglesia ha recibido del Espíritu Santo es el amor que ha sido derramado en nuestros corazones.
Tercero, el propósito de los dones sobrenaturales que fueron dados a la iglesia primitiva fue confirmar el mensaje apostólico. Una vez cerrado el canon, no necesitamos más revelación sobrenatural, porque todo lo que Dios nos quiere enseñarnos está contenido en las Escrituras. Y el Espíritu Santo es el Maestro que nos ayuda a entender y aplicar las Escrituras a nuestras vidas.
Considerando esto, estaremos de acuerdo en que la confusión que existe hoy día sobre la Persona y la obra del Espíritu Santo se debe a una ignorancia de las Escrituras. La Biblia es clara respecto a quién es y lo que hace el Espíritu Santo, y estas verdades esenciales son prueba de ello.
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