Las metas del año nuevo son una constante en nuestras vidas. Como seres humanos finitos, limitados al espacio y el tiempo, un año es un parámetro por el cual medimos nuestras vidas y en el que nos proponemos alcanzar determinados objetivos. Lastimosamente, muchas veces nos ponemos metas demasiado antropocéntricas (centradas en nosotros mismos), cuando deberíamos establecer metas bíblicas y teocéntricas (centradas en Dios). Por supuesto, no quiero negar que en la mente y corazón de cada creyente genuino, siempre habrá un deseo de vivir para agradar a Dios en todo lo que hace o se propone hacer.
Pensando en esto, creo pertinente compartir contigo tres metas que hace más de un año he encontrado en las Escrituras, y que cada día van moldeando poco a poco mi idea de la vida que agrada a Dios. Estas metas las he extraído de 1 Tesalonicenses, una carta escrita entre otras cosas “para corregir algunos errores que habían surgido en la iglesia: una inclinación a la moralidad permisiva y a la pereza y la tendencia a no respetar a sus líderes espirituales.” [1] Comparto estas metas porque son bíblicas; porque me las he propuesto no solo como un ideal de año nuevo, sino como un ideal de vida; y porque son alcanzables en la gracia de Dios.
1- Huir de la inmoralidad
Pocas cosas hay tan destructivas como la inmoralidad sexual para nuestra vida. Basta con recordar pasados episodios de inmoralidad en nuestra vida, o ver las caóticas consecuencias que esta ha traído a otros, para darnos cuenta del daño que puede causarnos. Sin embargo, el verdadero mal de la inmoralidad no radica tanto en que puede arruinar nuestra vida, sino en que la inmoralidad es totalmente incompatible con un Dios santo. Por eso, cuando el apóstol supo que en la comunidad creyente de Tesalónica había personas con cierta tendencia hacia la «moralidad permisiva», escribió lo siguiente:
Porque esta es la voluntad de Dios, la santificación de ustedes: que se aparten de inmoralidad sexual; que cada uno de ustedes sepa controlar su propio cuerpo en santificación y honor, no con bajas pasiones como los gentiles que no conocen a Dios; y que en este asunto nadie atropelle ni engañe a su hermano; porque el Señor es el que toma venganza en todas estas cosas, como ya les hemos dicho y advertido. Porque Dios no nos ha llamado a la impureza sino a la santificación. Por lo tanto, el que rechaza esto no rechaza a hombre sino a Dios quien les da su Espíritu Santo.
1 Tesalonicenses 4:3-8 RVA-2015
Cuando el apóstol Pablo se propone hablar de cómo luce una vida que agrada a Dios, no comienza listando grandes hazañas ni cosas visibles. Más bien, comienza por el problema que más puede destruirnos aunque no se vea. Dice que la voluntad de Dios, aquello que el Señor desea ver en nosotros, es que vivamos una vida de santificación continua; y vivir una vida santificada es sencillamente apartarnos continuamente del pecado y vivir para Dios. El resumen de una vida santificada para el apóstol Pablo es apartarnos de la inmoralidad sexual, tener dominio propio sobre esta área de nuestra vida, y cuidarnos de no hacer que otro hermano caiga en este pecado por nuestra causa. Sin duda, esta es una meta de año nuevo (una meta de vida nueva, más bien), que agrada a Dios.
2- Amar a los hermanos
Cuando hablamos de tener una vida agradable a Dios, pensamos que estamos muy lejos de alcanzarla. Pero es probable que en algunas áreas ya estemos viviendo para agradar a Dios y ni siquiera nos demos cuenta. Este es el caso de los hermanos en la ciudad de Tesalónica a los que el apóstol Pablo escribió lo siguiente:
Pero con respecto al amor fraternal, no tienen necesidad de que les escriba, porque ustedes mismos han sido enseñados de Dios que se amen los unos a los otros. De hecho, lo están haciendo con todos los hermanos por toda Macedonia; pero les exhortamos, hermanos, a que sigan progresando aún más.
1 Tesalonicenses 4:9-10 RVA-2015
El segundo componente de una vida que agrada a Dios según este pasaje es el amor fraternal. Pablo dice que los Tesalonicenses ni siquiera tenían necesidad de instrucciones sobre el amor entre hermanos, porque ellos ya lo estaban practicando en obediencia a Dios. Qué hermoso debe haber sido para los Tesalonicenses descubrir que ellos ya estaban haciendo aquello que le agrada a Dios. A pesar de su entendimiento un tanto libertino de la moralidad, el Espíritu de Dios estaba obrando en los Tesalonicenses por medio de una de las marcas más genuinas de un verdadero cristiano: el amor fraternal. Si quieres tener un año y una vida entera agradable a Dios, continúa amando a tus hermanos. Deja un poco el egoísmo; pregunta de vez en cuando cómo están; ora por ellos; piensa en cómo puedes servirles. Eso agrada al Señor.
3- Vivir tranquilos y trabajar diligentemente
Como hemos visto, la vida que agrada a Dios pudiera tener para nosotros nada de extraordinario. No parece una vida emocionante, llena de viajes, aventuras, manifestaciones sobrenaturales, etc. No vemos en la vida que agrada a Dios algo que solo algunos creyentes puedan llevar a cabo, sino un estilo de vida que muy posiblemente ya estemos llevando a cabo y solo necesitamos persistir en ello. El apóstol Pablo concluye esta exposición de tres elementos de una vida agradable a Dios con las siguientes palabras:
Tengan por aspiración vivir en tranquilidad, ocuparse en sus propios asuntos y trabajar con sus propias manos, como les hemos mandado; a fin de que se conduzcan honestamente para con los de afuera y que no tengan necesidad de nada.
1 Tesalonicenses 4:11-12 RVA-2015
Pareciera que Pablo nos conoce bien. Pareciera que él sabe que muchas de nuestras aspiraciones están muy alejadas de vivir una vida normal y tranquila. Pero si algo debes aspirar de cara a un nuevo año es vivir en tranquilidad. El libro de proverbios constantemente destaca la bendición tan grande que es vivir en tranquilidad incluso en medio de la escasez (Pr. 17:1; 15:17). Y creo que este año en que ha habido un poco de escasez para todos ha probado que lo más importante es vivir en paz con el Señor y con nuestro prójimo.
Además, mientras algunos quisieran iniciar un nuevo año sin la presión de tener que trabajar 8 horas diarias o emprender a falta de un empleo, Pablo dice que la vida que agrada a Dios se caracteriza por el trabajo diligente. Este nuevo año, procura trabajar diligentemente, ser productivo en tu empleo o emprendimiento. Y ojo que ser productivo no es precisamente hacer más en menos tiempo, sino hacer lo que debes en el momento que debes hacerlo. Si buscas ocuparte de tus propios asuntos y trabajar diligentemente, sin duda estarás agradando a Dios y dando testimonio ante los que no han sido alcanzados por la gracia de Dios.
Feliz año nuevo
Gracias a Dios que él siempre nos da oportunidades y renueva sus misericordias cada mañana para nosotros. Ahora es momento de afrontar un nuevo año con propósitos espirituales reales, bíblicos, y centrados en Dios.
[1] Walvoord, J. F., & Zuck, R. B. (1996). El conocimiento bíblico, un comentario expositivo: Nuevo Testamento, tomo 3: 1 Corintios-Filemón (p. 248). Puebla, México: Ediciones Las Américas, A.C.