Sentirte Inferior a los Demás NO ES HUMILDAD

Generalmente, identificamos como alguien soberbio y orgulloso a aquel que se siente superior los demás. Y claro que Dios odia el orgullo y la soberbia.

Sin embargo, a menudo nos vamos al extremo opuesto: pensamos que una persona humilde es alguien que se siente inferior a los demás.

Quizá nunca lo pensaste, pero tener un sentido de inferioridad puede ser una muestra clara de orgullo. Y es que la verdadera humildad no necesariamente se trata de sentir que nuestra vida vale poco o menos que la de otros.

Es cierto que la Biblia nos manda a considerar a los otros como superiores a nosotros mismos, pero eso no significa que nuestro concepto del valor de nuestra vida será inferior.

El apóstol Pablo dice que debemos considerar a otros como más importantes a nosotros mismos como una manera de amarlos sacrificialmente, poniendo sus necesidades sobre las nuestras muchas veces.

En realidad, nos llama a imitar a Cristo:

No hagan nada por egoísmo o por vanagloria, sino que con actitud humilde cada uno de ustedes considere al otro como más importante que a sí mismo, no buscando cada uno sus propios intereses, sino más bien los intereses de los demás.

Filipenses 2:3-4 NBLA

Justo a continuación de estos versículos tenemos el ejemplo de amor supremo:

Haya, pues, en ustedes esta actitud que hubo también en Cristo Jesús, el cual, aunque existía en forma de Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse, sino que se despojó a Sí mismo tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres. Y hallándose en forma de hombre, se humilló Él mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.

Filipenses 2:5-8

Jesús es el ejemplo perfecto de humildad y amor sacrificial, pues aunque es la Persona más importante de todo el universo, se humilló a sí mismo y se entregó por nosotros. Nuestra más grande necesidad que es el perdón de nuestros pecados solo pudo ser suplida porque Jesús se humilló.

Pero eso no es lo mismo que tener un sentido de inferioridad. Creer que somos inferiores a los demás no es más que demostrar que no entendemos la dignidad de la vida en términos bíblicos. Es en cierto sentido una manera de ser orgullosos.

Estas palabras del Dr. Timothy Keller del capítulo 1 de su libro Autoolvido explican claramente este punto:

“El complejo de superioridad y el complejo de inferioridad son básicamente lo mismo. Ambos son el resultado de estar demasiado hinchados. La persona con un complejo de superioridad está demasiado hinchada y corre el peligro de deshincharse; la persona con un complejo de inferioridad ya está deshinchada. Alguien con un complejo de inferioridad te dirá que se odia a sí mismo y se dirá a sí mismo que se odia. Está deshinchado. Y estar deshinchado significa que previamente ha estado hinchado. Estar deshinchado o correr el peligro inminente de estarlo vienen a ser la misma cosa. Y hacen que el ego sea frágil.”

La persona que se siente superior a los demás es evidente que su ego la controla. Pero la persona que se siente inferior a los demás es evidente que su ego le ha quedado mal y ejerce el mismo control sobre ella.

¿Quieres ser verdaderamente humilde? Quizá estas palabras del capítulo 2 del libro de Keller te hagan clic como me pasó a mí:

“Una persona realmente humilde no es una persona que se quiere o se odia, sino una persona humilde según el evangelio. La persona verdaderamente humilde es una persona que se olvida de sí misma, cuyo ego es como sus dedos de los pies. Funciona bien, y punto. No demanda nuestra atención. Si los dedos de los pies funcionan bien, si el ego funciona bien, no nos enteramos.”

Quizá nuestra oración deba ser la siguiente:

«Señor, ayúdame a verte a ti y a olvidarme de mí.»

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