En un sentido muy real, no podríamos recibir más misericordia, paz y amor del que ya hemos recibido en el evangelio, pero Dios promete multiplicarlos en nosotros.
Tienes todo lo que necesitas en él, así que vive en plenitud, descansando en la seguridad que el hecho de ser llamado, amado y guardado por Dios puede darte.