«Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos.» (Romanos 5:6)
La palabra «debilidad» supone cierta fuerza. Por ejemplo, alguien puede caminar y conducirse a un hospital para encontrar medicina a su condición, aunque sus piernas estén débiles.
Sin embargo, esa no es la idea que Pablo quiere comunicarnos. No simplemente estábamos débiles, sino totalmente incapaces. La idea sería mejor entendida a partir de la traducción de la Nueva Versión Internacional: A la verdad, como éramos incapaces de salvarnos, en el tiempo señalado Cristo murió por los malvados.
Nosotros somos los malvados en ese versículo, y no teníamos ninguna capacidad de resolver nuestra condición delante de Dios. Sin embargo, el Señor en su sola gracia ideó un plan eterno perfecto para salvarnos. Por eso Pablo dice que para salvarnos fue necesario un tiempo y un mediador.
Tiempo: El hecho de que Cristo naciera y muriera en el tiempo en que lo hizo no es una mera casualidad. Dios, desde antes de la fundación del mundo sabía que le íbamos a ofender, pero fijó un día de salvación en el cual el Hijo haría expiación por nuestros pecados. Este plan no podía adelantarse ni atrasarse, sino que debía ser llevado a cabo en el tiempo correcto.
Mediador: El Señor sabía perfectamente que nosotros éramos incapaces de salvarnos. No podíamos ofrecer ningún sacrificio, porque la santidad de Dios requiere un sacrificio perfecto, y nosotros somos totalmente imperfectos a causa del pecado. Por tanto, el Señor envió a su Hijo para ser el autor de nuestra eterna salvación.
Esto debiera llenarnos de tanto gozo. Éramos incapaces en todos los sentidos, pero el Padre quiso salvarnos por su sola gracia al enviar a su Hijo para morir por nosotros, los malvados. Notemos aquí que Cristo no murió por personas buenas y justas, sino por personas malvadas que ofenden su santidad día con día.
Gloria a Dios por su gracia salvadora.