Además de odiar el orgullo, Dios odia la lengua mentirosa. El libro de Proverbios contiene varias referencias al pecado de la mentira:
- Aparta de ti la boca perversa y aleja de ti los labios falsos. (Pr. 4:24)
- Los labios veraces permanecerán para siempre, pero la lengua mentirosa, solo por un momento. (Pr. 12:19)
- Los labios mentirosos son abominación al Señor, pero los que obran fielmente son Su deleite. (Pr. 12:22)
- El justo aborrece la falsedad, pero el impío causa repugnancia y vergüenza. (Pr. 13:5)
- El testigo falso no quedará sin castigo, y el que cuenta mentiras no escapará. (Pr. 19:5)
- El testigo falso no quedará sin castigo, y el que cuenta mentiras perecerá. (Pr. 19:9)
- Conseguir tesoros con lengua mentirosa es un vapor fugaz, es buscar la muerte. (Pr. 21:6)
- La lengua mentirosa odia a los que oprime, y la boca lisonjera causa ruina. (Pr. 26:28)
La razón primordial por la que Dios odia la mentira es que esta es contraria a su carácter.
El Dr. Cornelius Hegeman, fundador del Miami International Seminary escribe en su libro Apologética Introductoria:
«Dios es la verdad.
Dios define [y revela] la verdad.
Dios exige la verdad.
Dios juzgará la verdad.
Dios es glorificado en la verdad.»
Creo que estas oraciones cortas comunican muchísimo de lo que podemos aprender sobre Dios y sobre el hecho de que él odia la mentira.
Dios es la verdad – Dios es verdad porque todo proviene de él. Incluso si la realidad que conocemos ahora no existiera, Dios existiría y él seguiría siendo verdad. Por eso la Biblia afirma que Dios ya existía cuando todas las cosas fueron creadas (Gn. 1:1; Jn. 1:1). Todo conocimiento objetivo que podamos tener proviene de Dios. Es por eso que Jesús, siendo Dios, afirmó ser el camino, la verdad y la vida (Jn. 14:6).
Dios define [y revela] la verdad – Si Dios mismo es la verdad, entonces debemos concluir que solo él puede definir la verdad. Nuestro mundo dirá que cada persona tiene su propia verdad, que no hay verdad absoluta, que todo es relativo. Pero el simple hecho de que no podamos discutir la afirmación de que no hay verdad absoluta convierte esta afirmación en una verdad absoluta en sí misma, y todo el argumento se cae automáticamente. Dios dice lo que es verdad y lo que Dios dice es verdad. Por eso Jesús orando al Padre encomendó la santificación de los creyentes a la Palabra de Dios, la cual es la verdad de Dios revelada para provecho de los creyentes y condenación de los incrédulos (Jn. 17:17).
Dios exige la verdad – Como Dios es verdad y él define y ha revelado la verdad en su Palabra, él exige la verdad de los seres humanos. No podemos engañar a Dios, y él requiere que tampoco engañemos a nuestro prójimo. Por eso el proverbista llama a los jóvenes a que se alejen de la verdad (Pr. 4:24) y el apóstol Pablo llamó a los creyentes a siempre hablar la verdad y no mentirse unos a otros (Col. 3:9; Ef. 4:25).
Dios juzgará la verdad – Casi al final de la Biblia, hay una lista de personas que serán condenados y castigados, y en esta lista naturalmente se encuentran los mentirosos (Ap. 21:8). Todos decimos hablar verdad, ninguno acepta que habla mentiras. Pero hay un día en que el Señor juzgará la veracidad de nuestras afirmaciones y las contrastará con su verdad absoluta.
Dios es glorificado en la verdad – La verdad es parte esencial del carácter de Dios. Él es verdad, y todo lo que esté en contra de este aspecto de su carácter será naturalmente algo que le ofenda. El Señor es glorificado cuando le conocemos por medio de su verdad revelada (Jn. 17:17), es glorificado cuando hablamos de su verdad (2 Ti. 2:25), y es glorificado cuando hablamos la verdad y no engañamos a nuestro prójimo (Ef. 4:25).
El Dr. Hegeman escribe sobre lo que la mentira hace respecto a estas realidades bíblicas que hemos abordado:
«La mentira niega que Dios sea pura verdad.
La mentira niega que Dios defina la verdad.
La mentira niega que Dios revele la verdad.
La mentira niega que Dios exija la verdad.
La mentira niega que Dios juzgará la verdad.
La mentira niega que Dios sea glorificado en la verdad.»
La mentira no es simplemente decir algo que no es cierto. Mentir es en realidad negar muchos aspectos del carácter veraz de Dios, y allí radica nuestra ofensa a su santo nombre. Lo maravilloso es que Dios ha decidido salvarnos por medio de la verdad del evangelio. Él quiere que todos procedamos al arrepentimiento y vengamos al conocimiento de la verdad (2 Ti. 2:25), y esa verdad es que Jesucristo vino al mundo para salvar a los pecadores (1 Ti. 1:15).