La Biblia establece que debemos amar a Dios con todo lo que somos:
«Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente.»
(Mateo 22:37)
Según estas palabras de Jesús, que fueron primero dadas al pueblo de Israel en el Antiguo Testamento (Dt. 6:7), no hay espacio para un amor a medias. Dios exige todo de ti. Si le amas, no hay área ni rincón de tu vida que no le pertenezca.
Esto es fácil de decir (o escribir), pero no es en las palabras habladas o escritas que encuentra su validación, sino en nuestro caminar diario. Es en nuestro día a día, en la manera en que vivimos, en la manera en que vemos la vida, que demostramos tener un amor verdadero hacia Dios. Incluso esto resulta fácil de decir, y a la vez es poco claro. Afortunadamente, la Biblia no es ambigua al respecto. El Señor quiso dejarnos claro en las Escrituras qué significa amarle de verdad.
Amar a Dios significa obedecer su Palabra. Sencillamente eso. Nada más, nada menos.
Quizá muchas veces pensamos que nuestro amor por Dios se refleja en las hazañas que hacemos por su obra, en los retos innovadores que emprendemos para él, o en adoptar una forma intensa de vivir nuestra devoción. Y en realidad, no me atrevería a decir que estas no son muestras de amor verdadero hacia el Señor. Pero si hay algo que he aprendido últimamente, es que mi amor por Dios se reflejará como nunca cuando aprenda a obedecer su Palabra. Nada, ninguna iniciativa propia, se compara con someter cada día nuestra vida a la obediencia de la Palabra de Dios.
Aquí hay algunos versículos que lo expresan claramente:
- Si ustedes me aman, guardarán Mis mandamientos (Juan 14:15).
- El que tiene Mis mandamientos y los guarda, ese es el que me ama (Juan 14:21a)
- Si alguien me ama, guardará Mi palabra (Juan 14:23a).
- Si guardan Mis mandamientos, permanecerán en Mi amor, así como Yo he guardado los mandamientos de Mi Padre y permanezco en Su amor. (Juan 15:10)
- Porque este es el amor de Dios: que guardemos Sus mandamientos, y Sus mandamientos no son difíciles. (1 Juan 5:3)
- Y este es el amor: que andemos conforme a Sus mandamientos. Este es el mandamiento tal como lo han oído desde el principio, para que ustedes anden en él. (2 Juan 6)
Además de definir lo que significa amar a Dios, estos versículos nos ayudan a discernir la necesidad urgente que tenemos de conocer a Dios por medio de sus mandamientos, su Palabra escrita. Y es que hay un proceso inviolable para amar a Dios. Necesitamos conocerle, amarle, y obedecerle. En ese orden. No hay otra manera. Si no le obedeces, es porque en realidad no le amas. Y si no le amas, es porque en realidad no le conoces.
Por tanto, si te preguntas: «¿Qué debo hacer para amar a Dios de verdad?» La respuesta es: Comienza por conocerle. Conocerle de verdad te llevará a apreciar su belleza y santidad, lo cual te hará amarle. Y cuando le ames, obedecerle no será un problema. Como escribe Juan, sus mandamientos no serán «difíciles».
Esta es la marca inconfundible de tu amor por Dios: tu obediencia a su Palabra.
No hay ley más elevada que la del amor. No demanda obediencia. Antes bien, la obediencia es su inevitable corolario.
J. H. Mayfield