«El pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla», exclaman los políticos cada vez que quieren presentarse como una opción diferente para los votantes. Nadie quiere repetir la historia negativa de su propio país. Todos estamos cansados de la corrupción, los conflictos, la inmoralidad de nuestros gobernantes, y todo lo negativo de nuestros gobiernos. Lastimosamente, aunque muchas veces ya sepamos nuestra historia y los personajes que elegimos tienen estrechos lazos con el pasado, caemos en la trampa y la historia se repite.
Eso mismo quiere evitar Judas al escribir a sus lectores:
Ahora quiero recordarles a ustedes, aunque ya definitivamente lo saben todo, que el Señor, habiendo salvado al pueblo de la tierra de Egipto, destruyó después a los que no creyeron. Y a los ángeles que no conservaron su señorío original, sino que abandonaron su morada legítima, los ha guardado en prisiones eternas bajo tinieblas, para el juicio del gran día. Así también Sodoma y Gomorra y las ciudades circunvecinas, a semejanza de aquellos, puesto que ellas se corrompieron y siguieron carne extraña, son exhibidas como ejemplo al sufrir el castigo del fuego eterno.
Judas 5-7
Con estas palabras, Judas demuestra la utilidad de la historia para evitar repetir los mismos errores. Sus lectores ya saben lo que Judas está escribiendo en estos versículos; no son ignorantes de la incredulidad de Israel, la rebeldía de los ángeles y la inmoralidad de Sodoma y Gomorra. Sin embargo, «aunque ya definitivamente lo saben todo», parece que no se han percatado que hay personas infiltradas en su congregación que exhiben estos pecados. Por eso Judas retoma estos tres ejemplos de la historia para alertar a sus lectores sobre el carácter impío de las personas que se han infiltrado en la congregación.
En esta nueva entrada de nuestra serie de artículos sencillos sobre la carta de Judas, la Biblia nos anima a huir de la incredulidad, la rebeldía y la inmoralidad.
1- Huye de la incredulidad
Judas escribe que «el Señor, habiendo salvado al pueblo de la tierra de Egipto, destruyó después a los que no creyeron». Aunque el Señor sacó a los israelitas de Egipto con mano poderosa y con muchos hechos sorprendentes, hubo muchos que en el desierto dudaron una y otra vez que é los llevaría a la tierra prometida. Esta incredulidad causó que Dios jurara que todos los mayores de 20 años que salieron de Egipto morirían en el desierto sin alcanzar a entrar en la tierra prometida.
Las palabras del Señor a Moisés revelan la recurrente incredulidad de los israelitas en el desierto:
Entonces el SEÑOR dijo: «Los he perdonado según tu palabra; pero ciertamente, vivo Yo, que toda la tierra será llena de la gloria del SEÑOR.» Ciertamente todos los que han visto Mi gloria y las señales que hice en Egipto y en el desierto, y que me han puesto a prueba estas diez veces y no han oído Mi voz, no verán la tierra que juré a sus padres, ni la verá ninguno de los que me desdeñaron.
Números 14:20-23
La fidelidad del Señor no consiste en que él sea fiel a mí, sino en que él es fiel a su propia palabra y a su propio carácter. Él es fiel a sí mismo sobre todas las cosas. Si él prometió llevarlos a la tierra prometida, ellos debían creer que él cumpliría su promesa. Caso contrario, el Señor castigaría su incredulidad, lo cual en realidad sucedió.
Esta nación, tan altamente privilegiada, fue testigo de muchos milagros asombrosos que lograron su liberación de la esclavitud. Pero aun así, esta gente se rehusó a confiar en el liderazgo visible de Dios. Y por rechazar la dirección que Dios les ofrecía, sufrieron la ira de Dios. Esa ira se manifestó en castigos muy severos: muchos israelitas perecieron en el desierto y fueron abandonados por Dios. ¡Qué tremenda advertencia acerca del peligro de tomar a la ligera el castigo de Dios!
Kistemaker, S. J. (1994). Comentario al Nuevo Testamento: 1 y 2 Pedro y Judas (p. 431). Libros Desafío.
Es preciso indicar que la incredulidad es un pecado del que debemos huir, pues trae consecuencias terribles a nuestras vidas. La manera de afirmar nuestra mente y corazón a las promesas de Dios es recurrir constantemente a la Biblia, su Palabra escrita. Es en la Biblia que encontramos las promesas de Dios que recibimos por fe, y es en la Biblia que encontramos las duras advertencias de Dios contra la incredulidad de su pueblo.
2- Huye de la rebeldía
En el versículo 6, Judas comenta sobre unos ángeles que se rebelaron contra el Señor y perdieron la elevada posición que habían recibido. El texto dice que estos ángeles «no conservaron su señorío original, sino que abandonaron su morada legítima». Aunque poco sabemos sobre esta desobediencia específica de los ángeles, algunos estudiosos afirman que Judas parece tener en mente una tradición que interpreta Génesis 6 como la desobediencia de los ángeles que se llenaron de lujuria y tuvieron relaciones sexuales con los seres humanos. También es posible que Judas tenga en mente el libro apócrifo de Enoc, donde encontramos estas palabras:
1. Y sucedió que, después de que los hijos de los hombres habían crecido en aquellos días, les nacieron hermosas y atractivas hijas. 2. Y los ángeles, los hijos de los cielos, las vieron y las codiciaron, y se dijeron unos a otros: “He aquí, elegiremos para nosotros esposas de entre los hijos de los hombres, y engendraremos hijos para nosotros”. 3. Y Shemihaza, quien era su líder, les dijo: “Temo que quizás no estén dispuestos a hacer esta acción, y solo yo sufriré por este gran pecado”. 4. Entonces todos le respondieron y dijeron: “Todos haremos un juramento y nos ataremos mutuamente bajo una maldición, de que no renunciaremos a este plan, sino que haremos de este plan una realidad”. 5. Entonces todos juraron juntos, y se ataron mutuamente bajo una maldición; y en total sumaban doscientos.
Schodde, G. H., ed. (2020). El libro de Enoc con Introducción y Notas (L. Herrera, Trad.). Editorial Tesoro Bíblico.
En todo caso, el punto de Judas es que Dios juzga la desobediencia. Dios juzga fuertemente cuando no vivimos según el diseño que él ha definido para nosotros. Desobedecer aquello para lo que hemos sido creados es una ofensa grave que trae el juicio de Dios sobre nosotros. Precisamente así eran los falsos creyentes que estaban atacando la obra de Dios entre los cristianos a los que Judas escribe. Eran personas incrédulas y desobedientes, y el Señor los estaba guardando para el juicio final, tal como lo hizo con los ángeles desobedientes.
3- Huye de la inmoralidad
El tercer ejemplo que Judas menciona es el de Sodoma y Gomorra. Estas dos ciudades son conocidas en la Biblia por haber sido consumidas en el fuego a causa de su abierta inmoralidad. En el Antiguo Testamento encontramos la historia original de cómo el Señor decidió consumir a estas ciudades debido a su inmoralidad (Gn. 18:17-21). En el Nuevo Testamento, Jesucristo usó a Sodoma y Gomorra como ejemplos de lo que sucede a todos aquellos que viven en abierta rebeldía contra el Señor, exhibiendo un estilo de vida inmoral (Mt. 10:15).
El punto de Judas es enseñar a sus lectores que la inmoralidad es un pecado que Dios castiga. Es casi seguro que la inmoralidad es un rasgo distintivo de los falsos maestros a los que Judas denuncia en esta carta. De la misma manera que Dios castiga el abandono del diseño divino por parte de los ángeles en el versículo 6, también advierte sobre el castigo divino ante el abandono del diseño divino para la sexualidad.
Tan terrible como haya sido la destrucción de Sodoma y Gomorra por su inmoralidad, no se compara con el castigo final de Dios. En realidad, solo «son exhibidas como ejemplo al sufrir el castigo del fuego eterno». Habrá un día en que el Señor vengará nuestro abandono de su diseño para la sexualidad; por tanto, debemos huir de tal pecado.
Estas palabras de Matthew Henry me parecen especialmente llenas de valor:
No descansemos en nada que no someta al alma a la obediencia de Cristo, porque nada sino la renovación de nuestra alma conforme a la imagen divina, que obra el Espíritu Santo, puede impedir que seamos destruidos entre los enemigos de Dios.
Henry, M. (2003). Comentario de la Biblia Matthew Henry en un tomo (p. 1038). Miami: Editorial Unilit.
El Señor nos ayude a huir tanto de estos pecados como de aquellos que se afanan en exhibirlos abiertamente.