Uno de los miedos más grandes que experimenté en mi niñez es el de los ladrones entrando a nuestra casa mientras dormíamos. Me aterraba la idea de despertar y escuchar personas robando nuestras posesiones y poniendo en peligro nuestras vidas.
Eso es precisamente lo que sucede con el libertinaje; entra en nuestras iglesias sin que nos demos cuenta. Satanás siempre usa personas que se infiltran en la iglesia para afectarla negativamente. Juan Calvino escribió en su Comentario a la carta de Judas que «Satanás siembra la cizaña de noche, mientras los hortelanos duermen, con la intención de viciar la simiente de Dios.»
Esto sucedía con el grupo de creyentes a los que Judas llamó a contender ardientemente por la fe que recibieron en el evangelio. Por eso, en esta cuarta parte de nuestra serie de artículos sencillos sobre la carta de Judas, quiero que examinemos el contenido del versículo 4 de Judas:
Pues algunos hombres se han infiltrado encubiertamente, los cuales desde mucho antes estaban marcados para esta condenación, impíos que convierten la gracia de nuestro Dios en libertinaje, y niegan a nuestro único Soberano y Señor, Jesucristo.
Judas 4 | NBLA
Este versículo describe perfectamente la manera en que el libertinaje se adentra en las congregaciones locales. No sucede a la luz del día, cuando todos podríamos verlo y estar alertas, sino de manera encubierta, como un ladrón entra en una casa para robarla. Encontramos aquí cuatro características de personas que son un peligro para las congregaciones y contra quienes debemos contender ardientemente defendiendo el evangelio verdadero.
1- Actúan sigilosamente
Judas invitó a sus lectores a contender por la fe en el versículo 3, porque «algunos hombres se han infiltrado encubiertamente». Estas personas peligrosas han convivido con la congregación por un buen tiempo y se han familiarizado con los hermanos. Sin embargo, Judas es claro en que no son creyentes verdaderos porque son «infiltrados». Pertenecen a un grupo distinto y están ocupando un lugar que no les corresponde dentro de la congregación.
Siempre que Satanás quiere arruinar la obra de Dios (aunque siempre resultará sin éxito al final) lo hace por medio de personas e ideas que tienen apariencia de piedad al principio. No es notable a simple vista cuando una persona peligrosa para la congregación se está infiltrando. Sucede tal como escribió Juan Calvino: «de noche, mientras los hortelanos duermen, con la intención de viciar la simiente de Dios.»
2- Fueron destinados para condenación
Estas personas peligrosas podrían confundir a los creyentes porque al principio parecieron ser creyentes verdaderos. Sin embargo, Judas nos ayuda a comprender que es imposible que un creyente verdadero tenga un cambio tan radical de manera que niegue su fe. Si ahora niegan la gracia de Dios y el Señorío de Cristo es porque nunca fueron creyentes verdaderos.
Por eso Judas escribe que ellos «desde mucho antes estaban marcados para esta condenación». A pesar de haber iniciado bien, cuando una persona da evidencias claras de no ser un creyente, nunca deberíamos dudar de si alguna vez fue salva, sino asegurarnos de que en realidad nunca lo fue. Si hay oportunidad, debemos compartir la verdad en amor, pero si no la hay, debemos defender siempre el honor de Dios frente a los enemigos de la fe.
3- Confunden la gracia de Dios
Una de las objeciones más conocidas a la enseñanza de la salvación por gracia solamente es que esta nos lleva a pecar sin medida. Sin embargo, cuando una persona escuda sus pecados y falta de arrepentimiento en la gracia de Dios, tal persona solo está demostrando que no ha sido alcanzada y transformada por esa gracia. En palabras de Judas, tales personas no son más que «impíos que convierten la gracia de nuestro Dios en libertinaje».
Por eso el apóstol Pablo preguntaba: «¿Qué diremos, entonces? ¿Continuaremos en pecado para que la gracia abunde? ¡De ningún modo! Nosotros, que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?» (Ro. 6:1-2). No tiene sentido confundir la gracia con libertinaje. Un creyente puede y seguramente fallará al Señor a causa del pecado que aún mora en él. Sin embargo, tal creyente nunca dará la espalda al Señor de manera definitiva. Cuando la gracia nos alcanza, sucede un cambio en nuestros afectos e impulsos. Somos atraídos al Señor y a buscar su gloria, y no al pecado. Y cuando pecamos, el Señor usa su disciplina amorosa y una exhortación oportuna para traernos al arrepentimiento.
4- Niegan el Señorío de Cristo sobre sus vidas
No es extraño entonces que personas que han entrado encubiertamente, que forman parte del grupo pero no son parte de él en realidad, que fueron condenados desde el principio, y que convierten la gracia de Dios en libertinaje, se nieguen a vivir bajo el Señorío de Cristo.
Nadie que sea verdaderamente salvo reconocerá que en Cristo tenemos un Señor que guía y define nuestra vida. Por eso estas personas «niegan a nuestro único Soberano y Señor, Jesucristo.» Esto puede referirse a una expresa negación de que Cristo es el Señor o a una negación visible por medio del estilo de vida. Siempre que en nuestras congregaciones haya personas que nieguen el Señorío de Cristo con su estilo de vida, estaremos ante una necesidad urgente de la carta de Judas.
Estas cuatro características de personas peligrosas para una congregación me hacen pensar mucho sobre mi propia fe. Ruego al Señor que me ayude a ser guardado del libertinaje y de un estilo de vida que niegue abiertamente su señorío sobre mi vida. Ruego lo mismo por ti. 🙂