Vivimos en tiempos de mucha confusión en los que el evangelio está siendo pobremente entendido. Muchas personas se han alejado de la Biblia, y han cambiado el mensaje del evangelio de la gloria de Cristo por un mensaje centrado en el hombre, y lo que este puede hacer para obtener el favor de Dios.
Gloria a Dios que 2 Corintios 5:21 ha estado siempre en nuestras Biblias. En este versículo encontramos una de las declaraciones más claras y completas del evangelio:
Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.
2 Corintios 5:21
En este solo versículo se muestra la esencia del evangelio. Aquí vemos el contenido de la proclamación del apóstol Pablo, y ese es el contenido que nuestra proclamación también debería tener.
Dios hizo un intercambio
El versículo dice que «por nosotros lo hizo pecado». La pregunta es ¿quién lo hizo? Y la respuesta clara del contexto es que Dios lo hizo. Siendo un Dios Santo que no puede relacionarse con el pecado ni nada que esté contaminado con el mismo, el Señor tomó la iniciativa de salvar a algunos de entre la masa de pecadores condenados, a través de un glorioso intercambio. Todo esto lo hizo en su soberanía y gracia.
Este versículo nos habla de quién tiene el control total en la salvación del pecador. Nosotros no somos más que pecadores en manos de un Dios airado, para citar al gran Jonathan Edwards. Sin embargo, el Padre tuvo a bien, según Su perfecta voluntad y Su gran amor, cargar sobre Cristo los pecados de los hombres que Él quiso salvar. Cuando pensamos en Dios como nuestro salvador, debemos pensar en un Dios que decidió hacer un gran intercambio.
Cristo recibió nuestro castigo
El versículo nos presenta a Cristo como aquel “que no conoció pecado”. Él cumplió toda la ley, y así vivió una vida perfecta. Eso permitió que el Padre aceptara el sacrificio de Cristo como expiación por nuestros pecados. El majestuoso León de Judá se convirtió en el sufriente Cordero perfecto que llevaría los pecados del pueblo. Por nosotros [Dios] lo hizo pecado, es decir, lo trató como pecador.
Es abrumador pensar que Cristo, siendo por naturaleza Dios y estando con el Padre en una relación de amor y gozo eterno, accediera a dejar Su trono de majestad, hacerse semejante a los hombres y salvar a pecadores que lo único que hacen es voluntariamente hundirse más en el pecado. Nuestra salvación es posible porque Cristo recibió nuestro castigo. Dios castigó a Cristo en nuestro lugar.
Nosotros recibimos la justicia de Cristo
En alguna parte he leído o escuchado que lo único con lo que hemos contribuido para ser salvos es nuestro pecado. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; esa es la manera en que actuábamos. La rebeldía del hombre contra Dios es total; cada quien busca hacer lo que su propia mente le dicta, e ir a donde su propio camino lo lleva.
Sin embargo, en el glorioso intercambio que el Padre hizo por Su perfecta voluntad, podemos acceder a la justicia y nueva vida que tanto necesitamos. Mientras que Cristo recibió nuestro castigo, nosotros recibimos su justicia. No somos justos, pero somos considerados como justos en virtud del sacrificio de Jesucristo.
Regocijo pleno
Todos aquellos que estamos en Cristo por la fe podemos regocijarnos de que, aunque en otro tiempo fuimos guiados por nuestra mente a satisfacer los deseos de la carne y merecíamos el peso de la ira de Dios, hemos sido declarados justos por fe. Solo a través del glorioso intercambio que Dios realizó, cargando sobre Cristo nuestros pecados e imputándonos Su perfecta justicia, ahora podemos regocijarnos con gozo pleno.
Esta hermosa alabanza nos hace regocijarnos por este glorioso intercambio:
Notas
- Este fue mi primer artículo escrito y publicado originalmente en mi antiguo blog de Medium.
- El sermón del pastor John MacArthur, titulado “15 palabras de esperanza”, ha sido de gran bendición para mi vida. Está disponible en www.gracia.org