“Este es un libro que todo pastor, líder, o cristiano en general debería leer.”
“No debería faltar este libro en la biblioteca de todo cristiano.”
He leído estos comentarios decenas de veces en redes sociales, reseñas de libros, etc. Son muy comunes y los hacemos cuando un libro impacta nuestras vidas de manera tal que quisiéramos que los demás también fueran impactados igual que nosotros.
Sin embargo, creo que esas afirmaciones son un poco aventuradas. Primero, nada garantiza que un libro sea traducido a absolutamente todos los idiomas. Tampoco hay seguridad de que todos los cristianos tendrían el dinero suficiente para adquirir un libro.
Es muy poco probable que todos los cristianos verdaderos queden fascinados al leer la Institución de la Religión Cristiana del Dr. Juan Calvino, por ejemplo. Y esta ya es una afirmación seria frente a mis hermanos reformados. 🙂
Gracias a Dios, sí hay un libro del cual podemos decir que todo cristiano debería tener y leer. Y ese libro es la Biblia.
En el Antiguo Testamento, el Señor le mandó a Israel que el Libro de la Ley tuviera una importancia primordial en la vida de la nación entera.
Mira por ejemplo estos versículos:
Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas. (Deuteronomio 6:6-9)
Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien. (Josué 1:8)
El primer pasaje fue dirigido a todo el pueblo de Israel para que comprendieran cómo es que cumplirían el mandato de amar al Señor con todo lo que eran. Debían amar y tener siempre presente su santa Ley.
El segundo pasaje fue escrito para animar al nuevo líder Josué, quién tenía a su cargo la misión abrumadora de llevar al pueblo de Dios a la tierra prometida. El Señor manda a Josué que el libro de la Ley nunca se aparte de su boca, sino que medite en él día y noche para llevar a cabo su liderazgo con éxito.
Tanto para la vida como para el ministerio, la Ley de Dios era vital en el Antiguo Testamento.
El Nuevo Testamento también da testimonio de que las Escrituras deben ser leídas por todos los hombres de Dios, es decir, todos los creyentes.
Por ejemplo, el apóstol Pablo escribió lo siguiente para el pastor Timoteo:
Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra. (2 Timoteo 3:16-17)
Toda la Biblia es inspirada por Dios. Podemos estar seguros de que lo contenido en los 66 libros que tiene nuestra Biblia es la Palabra de Dios, Él es su fuente.
Su utilidad es mostrarnos el camino correcto (enseñar), reprendernos cuando nos extraviamos de él (redargüir), traernos de regreso al camino correcto (corregir) e impulsarnos y sostenernos una vez más en el camino correcto (instruir).
Por último, el versículo 17 expresa el propósito de las Escrituras: perfeccionarnos y preparamos para vivir glorificando a Dios en todo.
Este sí es un libro que todo hombre y mujer de Dios debe leer. Es el único libro sin el que ningún creyente puede vivir. Incluso aquellos que no pueden leer necesitan recibir la predicación pura de la Palabra de Dios para crecer en su fe.
El Príncipe de los Predicadores, el gran Charles Spurgeon, aconsejaba lo siguiente:
“Visita muchos libros, pero vive en la Biblia.”