El internet es un gran recurso para la vida cristiana. Gracias al internet, conocí y sigo conociendo las doctrinas de la gracia y puedo obtener preparación teológica formal. Gracias al internet, mi iglesia y miles de otras no se desconectaron durante la pandemia por el COVID-19. Definitivamente, Dios lo ha usado como un medio para bendecir mi vida en gran manera.
Sin embargo, el internet también puede convertirse en una espada de doble filo en cuanto a nuestra relación con la iglesia local. Podemos caer en la trampa de creer que somos cristianos sanos solo por escuchar sermones expositivos y alabanzas centradas en el evangelio en el internet, sin mayor relación con una comunidad local de creyentes.
Incluso, he conocido personas que creen que no necesitan congregarse en una iglesia local. Después de todo, “los hermanos en la iglesia solo nos dan problemas y dolores de cabeza; es mejor edificar mi vida en la paz y tranquilidad de mi hogar, que en compañía de gente tan imperfecta como los que se congregan en las iglesias”. Este modo de pensar es muy común entre los cristianos en nuestros días, pero eso no significa que sea correcto. Esta manera de entender el cristianismo no es adecuada ni bíblica. La Escritura no nos habla de individuos separados; nos habla de un pueblo, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento.
Las cartas del apóstol Pablo fueron escritas a iglesias. Las cartas que se conocen como Pastorales (1 y 2 Timoteo y Tito) fueron enviadas para instruirlos a ellos como pastores a fin de que sus respectivas iglesias tuviera un mejor funcionamiento. Incluso la carta a Filemón, que trata la petición de Pablo de que Filemón recibiera a Onésimo como hermano y ya no como esclavo, incluye un saludo a la iglesia que se reúne en tu casa (v. 2). La Escritura habla de iglesias, grupos de personas, no individuos que no quieren ninguna relación con otros creyentes.
El salmo 133:1 dice que es «bueno y agradable que los hermanos convivan en armonía» (NVI); la carta a los Efesios dice que los cristianos somos «miembros de la familia de Dios» (Ef. 2:19), y que debemos esforzarnos «por mantener la unidad del Espíritu mediante el vínculo de la paz» (Ef. 4:3). Hebreos 10:25 nos exhorta: «No dejemos de congregarnos, como acostumbran hacerlo algunos, sino animémonos unos a otros».
Si queremos crecer en la vida cristiana y cumplir todos los llamados de la Biblia a congregarnos, necesitamos a la iglesia local. La necesitamos más de lo que nos imaginamos. Debemos estar unidos al Cuerpo para tener vitalidad. Cristo tiene un pueblo, no llaneros solitarios. Nos necesitamos unos a otros.
Aunque no negamos la gran utilidad del internet para nuestro crecimiento cristiano, creo que debemos poner todas las cosas en su propio lugar. Mientras que podríamos echar mano del internet en un sinfín de contextos en los que la asistencia al culto público es imposible, es importante que nos reunamos regularmente con otros hermanos para animarnos, cantar al Señor, orar juntos, y ser edificados a través de la predicación de Su Palabra. Y esto es algo que el internet no puede hacer.
Nota. Una primera versión de este artículo fue publicada en 2016 en mi antiguo blog de Medium aquí.