Por la gracia de Dios, estudio en el Miami International Seminary. Durante este mes, he estado estudiando el curso de Soteriología.
Las lecturas asignadas para este curso incluyen la Teología Sistemática de Charles Hodge y la Teología Sistemática de Oliver J. Buswell Jr. Si alguna vez los has leído, sabrás que fueron maestros consumados de teología.
Muchas de sus proposiciones son a veces difíciles de comprender. Y eso me ha llevado a sentir mi propia limitación intelectual ante el glorioso plan redentor que el Dios trino ideó en la eternidad para a los pecadores.
Ciertamente, al leer a estos titanes, me he sentido como el hombre que menciona Oliver Buswell en su libro:
Se cuenta la historia de un hombre sencillo que se presentó delante de los ancianos de una gran iglesia urbana y pidió ser admitido como miembro en plena comunión. Este señor no pudo aprenderse de memoria las declaraciones del Catecismo ni explicar las doctrinas con cierto grado de claridad. Los ancianos estaban por despedirlo cuando uno de ellos le preguntó: «¿Por qué vino a solicitar su ingreso si no puede explicar su fe?» Al oír eso las lágrimas llegaron a los ojos del hombre y con una seriedad genuina dijo: «Soy un pobre pecador y no valgo nada, pero Jesús mi Salvador es todo en todo». Fue aceptado y siguió viviendo una vida radiante.
He querido compartir este pequeño artículo porque, durante mis lecturas, el Señor me ha movido a regocijarme en la gloria de su plan redentor.
Estoy convencido de que mi mente es muy limitada para muchas cosas, pero una cosa sé: El Dios Trino me ha salvado. O como el ciego, solo sé una cosa: Yo era ciego y ahora puedo ver (Jn. 9:25). Creo que esto es definitivamente lo más importante que debemos creer.
