3 Claves para un Duelo Lleno de Gozo

Tener gozo en el duelo. ¿Es eso posible? Quizá sea posible con familiares lejanos. ¿Pero es posible si muere tu papá? Cualquiera pensaría que no, pero lo es. Y no solo es posible. Es real y necesario.

La muerte es dolorosa. Es parte de nuestro mundo caído. Pero en el evangelio, la muerte es más que dolorosa. La muerte de los creyentes es gloriosa.

Estimada es en los ojos del SEÑOR
la muerte de sus fieles.
(Sal. 116:15)

Cuando murió mi papá, sentí dolor. Nunca imaginé que lo perdería así. Murió el día de su cumpleaños en un aparatoso accidente. Ya hace casi un mes que no lo veo, casi un mes que no platico con él, casi un mes de no verlo sonreír.

Al mismo tiempo, sentí un gozo profundo. La teología ahora se volvió praxis. Era el momento de ser sostenido por aquellas cosas que creo que son verdaderas. Era el momento de responder a esas cosas con actitudes clave que me permitirían sobreponerme. Y hoy comparto tres de ellas contigo. Espero tu duelo también se llene de gozo.

1- Aférrate a la esperanza

El apóstol Pablo sabía que la muerte causa dolor. Muchos estaban muriendo en Tesalónica, y los creyentes pensaban que la muerte tenía la palabra final. Ante esto, Pablo respondió con palabras de consuelo, afirmando que, de la misma manera que Cristo triunfó sobre la muerte, los cristianos también tenemos la misma victoria asegurada: «Tampoco queremos, hermanos, que ignoren acerca de los que duermen, para que no se entristezcan como los demás que no tienen esperanza. Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, de la misma manera Dios traerá por medio de Jesús, y con él, a los que han dormido.» (1 Tes. 4:13-14)

Si esta esperanza no te sostiene en tu duelo, no hay manera en que puedas sobreponerte al mismo. Podrás tener pequeños tiempos de tranquilidad, pero pronto recurrirás a la tristeza, la soledad y la desilusión. Muchas personas me han dicho que, por ser los primeros días, mi dolor no es comparable con lo que sentiré cuando ya haya pasado un año. Pero yo más bien creo que esta misma esperanza que me sostuvo al ver el cuerpo de mi amado papá atrapado en el automóvil es la que me sostendrá en todo momento. Creo firmemente que la tristeza del duelo, que es natural, no debe marcar nuestra vida. Si somos marcados por la tristeza ante la muerte de un familiar, demostramos que no estamos aferrados a la esperanza eterna que nos da el evangelio.

2- Ora regularmente

A diferencia de otros enfoques, el enfoque cristiano para lidiar con nuestro duelo no es tanto un ejercicio intelectual, sino un ejercicio espiritual. Por supuesto que hay verdades que me han sostenido como no lo imaginé; son verdades que están en mi mente, verdades que se han arraigado en mi pensamiento. Sin embargo, el simple ejercicio intelectual por recordar verdades bíblicas sobre la muerte de los creyentes no es suficiente. Debemos procesar esas verdades en oración.

El duelo puede llegar a causar debilidad espiritual en nuestra vida. Podemos sentirnos enojados, amargados, tristes, con deseos de estar solos y no participar en la comunión de la iglesia. Sin embargo, todo esto solo puede superarse si vamos al Señor de rodillas. Solo cuando confirmamos en oración que el Señor es nuestro amparo, podremos experimentar gozo en nuestro duelo.

Me encantan las palabras del salmista: «Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Por eso no temeremos aunque la tierra tiemble, aunque los montes se derrumben en el corazón del mar, aunque sus aguas rujan y echen espuma, y se estremezcan los montes por su braveza.» (Sal. 46:1-3) Cuando estés atribulado, cuando creas que lo peor ha sucedido, recuerda que puedes correr en oración al Señor para recibir auxilio en las tribulaciones. El suceso puede ser aparatoso, pero la fidelidad de Dios es más grande que la situación. No temas, ora.

3- Acepta la soberanía de Dios

Mi papá siempre fue un pastor, maestro y predicador de la Biblia. Lo más común para mí no es ver su ropa, sino encontrar pedacitos de papel donde anotaba sus bosquejos. Por más de 40 años, él dedicó su vida al servicio del Señor, sin la expectación de recibir una remuneración económica. Era de aquellos pastores que caminan grandes distancias, aguantan hambre, y se fatigan por servir a los cristianos. Lo que uno esperaría es que su muerte sea tranquila. Nunca imaginé que su cuerpo sería molido por un impacto terrible contra un árbol.

Sin embargo, el Señor así lo quiso. Y aunque haya sido una muerte aparatosa, hay dos verdades sobre la soberanía de Dios y su agrado ante la muerte de los creyentes que me sostienen:

  • Primero, él es soberano para hacer lo que le plazca: «Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada. Él hace según su voluntad con el ejército del cielo y con los habitantes de la tierra. No hay quien detenga su mano ni quien le diga: ‘¿Qué haces?’.»
  • Segundo, él se quiso complacer en la muerte de mi padre de la manera en que sucedió: «Estimada es en los ojos del SEÑOR la muerte de sus fieles» (Sal. 116:15).

Nada de lo que sucede en el mundo escapa a la soberanía de Dios, ni siquiera la cosa que pareciera ser insignificante para nosotros. Él es Dios y él sabe lo que hace. Esta seguridad produce un gozo inexplicable en mi vida, y espero también te consuele a ti.

Espero estas tres claves te permitan experimentar la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento. 🙂

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