Cuando nos acercamos al fin de un año y el inicio de otro, siempre hacemos un recuento de lo que hemos logrado. También recordamos aquellas cosas que nos propusimos y, por alguna razón, no logramos llevar a cabo. Una de estas metas no cumplidas para muchísimos cristianos es la lectura diaria de la Biblia.
El hábito de la lectura de la Biblia es uno de los más descuidados entre los cristianos. Por mucho que nos lo propongamos cada año, debemos reconocer que nos es difícil llevarlo a cabo. De hecho, solo el 32% de cristianos protestantes leen la Biblia diariamente en Estados Unidos. Creo que los números son similares en América Latina.
No eres el único
Si fallaste en tu lectura bíblica de este año, no eres el único. Eres parte de un grupo de millones de cristianos que luchan día a día con su propia imperfección e indisciplina respecto a sus hábitos espirituales.
Esto no quiere decir que fallar en nuestros hábitos espirituales sea bueno; siempre debemos arrepentirnos tanto de las cosas malas que hacemos, como de las buenas que no hacemos.
Sin embargo, hoy quiero animarte a continuar luchando, y quiero compartirte algunos pequeños consejos que me han funcionado o he logrado discernir a partir de mi experiencia:
1- Ponte metas más realistas
Si sabes que la lectura de la Biblia no es tu fuerte, no cometas el error de ilusionarte como a 20 capítulos diarios y recuperar el tiempo perdido. Esto podría llevarte al desánimo cuando por las tareas o el trabajo no puedas completar uno o dos días.
Si es posible, proponte leer el Nuevo Testamento durante el año, o proponte leer un capítulo diario de la Biblia. Lo importante es que tu meta de lectura sea alcanzable.
El Señor Jesucristo enseñó sobre lo que cuesta seguirle. En esa enseñanza nos legó una gran enseñanza sobre la importancia planificar cuidadosamente lo que pretendemos hacer:
«Porque ¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla? No sea que después que haya puesto el cimiento, y no pueda acabarla, todos los que lo vean comiencen a hacer burla de él, diciendo: Este hombre comenzó a edificar, y no pudo acabar.»
(Lucas 14:28-30)
Planifica tu lectura bíblica de manera realista. Lo importante no es cuánto lees, sino que leas. Lee diariamente una porción que puedas entender, una porción que te ayude a orar, a conocer más al Señor. No corras ni abarques mucho. Aliméntate con la Biblia, no te empances.
2- No te desanimes cuando falles
El desánimo es lo peor que nos puede suceder cuando fallamos. En lugar de recobrar fuerzas, podemos comenzar por lamentarnos cada día y ver los días pasar de esa manera.
Si te pierdes tres días, no necesariamente deberías intentar leer todo el contenido de esos tres días en uno. Cumple con tu lectura hoy. Créeme que habrá tiempo para recuperar lo que no leíste. Lo importante es que no te desanimes.
Un principio básico que he escuchado por allí en internet últimamente es que los hábitos son mejores que las metas. Quizá fallamos constantemente en nuestra lectura bíblica porque nos enfocamos en la meta y no en el desarrollo del hábito de lectura.
Si leer la Biblia y orar se convierten en una meta numérica, probablemente olvidemos que son medios para tener comunión con el Señor y conocerle. Olvida la meta, cultiva el hábito.
3- Lee con alguien más
Algunas veces, me he acompañado de personas que lean la Biblia conmigo. Incluso si no estamos en el mismo lugar, podemos fijar una hora en común y luego conversar de lo que hemos leído cuando nos vemos.
Como dice la Escritura: «Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo. Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero ¡ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante.» (Eclesiastés 4:9-10)
Definitivamente, leer con alguien más puede serte de mucho provecho espiritual porque esta persona te levantará cuando caigas y tú podrás hacer lo mismo.
Al final, siempre y cuando leas un poco tu Biblia con la mente dispuesta a conocer verdaderamente a Dios, el Señor mirará con agrado tu esfuerzo por conocerle, amarle y obedecerle.
Así que, más que marcar cada día un número de capítulos, simplemente lee la Biblia, quién sabe si al final terminas leyendo más de lo planificado.