Romanos 12:1 presenta una de las verdades más importantes que los creyentes necesitamos aprender: «La respuesta adecuada a las misericordias de Dios desplegadas para nosotros en el evangelio es siempre la entrega total». En otras palabras, la única manera en que nosotros podemos enfocar correctamente nuestra vida cristiana hacia la gloria de Dios es verla como una respuesta a su gracia inmerecida. Constantemente me he preguntado (y creo que no soy el único) sobre el significado de la frase «sacrificio vivo» que el apóstol Pablo menciona en este versículo:
Así que, hermanos, les ruego por las misericordias de Dios que presenten sus cuerpos como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios, que es el culto racional de ustedes. (RVA 2015)
Esa duda se ha resuelto en parte al comprender que hay al menos dos maneras en que necesitamos entender la expresión «presentarnos a Dios como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios». La primera manera en que necesitamos entender esta expresión tiene que ver con el contexto cultural en el que Pablo escribió a los creyentes romanos. De hecho, no hay manera de entender la verdad bíblica, sino a través del contexto original en que fue escrita. Personalmente, creo que pocas personas pueden hablar con más conocimiento del contexto cultural del Nuevo Testamento que el Dr. C.S. Keener, y esto es lo que él dice sobre este versículo:
La expresión de Pablo sería inteligible; tanto el Antiguo Testamento como algunos de sus contemporáneos podían utilizar «sacrificio» en sentido figurado para otras expresiones de devoción a Dios (véase, por ejemplo, Sal. 51:17; Pr. 21:3). Dado que la mayoría de los sacrificios de animales se sacrificaban, el sacrificio «vivo» podría parecer un oxímoron a los oyentes, al tiempo que se extendía la imagen para abarcar la devoción continua (cf. Ro 6:11). [1]
En otras palabras, el apóstol Pablo está llamando a los romanos a ser ellos mismos un sacrificio vivo para Dios en lugar de los animales que se sacrificaban en el contexto religioso del tiempo antiguo. Ellos mismos debían ofrecerse a Dios como sacrificio agradable. La otra manera en que necesitamos entender esta expresión busca establecer cómo podemos aplicar esto a nuestra vida práctica, es decir, cómo puede un creyente ser un sacrificio vivo en la vida diaria. Y para ello, no he leído mejores palabras que las de Juan Crisóstomo:
¿Cómo puede el cuerpo volverse un sacrificio? Que el ojo no vea nada malo, y se ha vuelto un sacrificio; que la lengua no diga nada vergonzoso, y se ha vuelto una ofrenda; que la mano no haga nada ilícito, y se ha vuelto una ofrenda quemada. No, pero aun esto no es suficiente, pues necesitamos la práctica activa del bien—la mano debe hacer caridades, la boca debe bendecir a los que maldicen, el oído debe dar atención sin cesar a las lecciones divinas. Pues un sacrificio no tiene nada impuro, un sacrificio es la primicia de otras cosas. Y por lo tanto, con nuestras manos, y nuestra boca, y todos nuestros demás miembros, traigamos primicias a Dios. [2]
Ser un sacrificio vivo consiste entonces en responder a la gracia de Dios revelada en el evangelio, ofreciendo todo lo que somos, apartándonos del pecado, y viviendo en justicia delante del Señor.
[1] Zondervan,. NIV, Cultural Backgrounds Study Bible, eBook (Posición en Kindle 256226 – 256230). Zondervan. Edición de Kindle.
[2] Greathouse, W. M. (2010). La Epístola a los Romanos. En Comentario Bíblico Beacon: Romanos hasta 2 Corintios (Tomo 8) (p. 254). Lenexa, KS: Casa Nazarena de Publicaciones.