3 Pasos para un Cambio Verdadero

Muchas personas muestran una actitud amigable hacia el cristianismo. Otros hasta afirman ser cristianos aunque no profesen una declaración de fe específica. Hay también un segmento de la iglesia evangélica que profesa la fe evangélica, aunque sus vidas no reflejan una verdadera transformación. Esto pone de relieve un problema gravísimo, ya que el mundo ve que los mismos que afirman que el evangelio es poder para salvación son los mismos que demuestran que el poder del evangelio no ha hecho ningún efecto en sus vidas.

Pero este no es un problema nuevo; ya los primeros cristianos lo enfrentaron, y el apóstol Pablo abordó este problema en su carta a los creyentes en la ciudad de Éfeso. Luego de explicar el plan eterno de salvación y glorificación de Jesucristo en los primeros tres capítulos de la carta, el apóstol Pablo les enseña sobre la verdadera vida cristiana, es decir, cómo deben vivir aquellos que afirman creer el evangelio. Entre otras cosas, Pablo presenta un llamado genuino en Efesios 4:22-24 que emana de su deseo de que los Efesios vivan verdaderamente como cristianos, y de la autoridad que él tiene, la cual ha sido delegada por el Señor Jesucristo. En este llamado, Pablo presenta tres elementos indispensables que necesitamos para ser transformados y vivir como creyentes.

«En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.»

Efesios 4:22-24

Estos tres elementos necesarios para la verdadera transformación cristiana se pueden resumir en las siguientes tres palabras: Renuncia, Renovación, Revestimiento. Mi profesor de Seminario, el hermano Marvin Argumedo, suele llamar a estos tres elementos “Las tres R del cambio verdadero”. Veamos cada una de ellas.

Primer paso: Renuncia (v. 22)

Cuando Esteban fue apedreado, Lucas afirma que su ropa fue quitada de él y puesta a los pies de Saulo (Hch. 7:58). Ese es el sentido inmediato y natural de la palabra apotithemai. Básicamente, la palabra significa desvestirse o poner en otro lugar. Además de este significado llano y natural, la palabra apotithemai tiene un significado ético. Se trata de despojarse, renunciar, desechar el pecado y la vida pasada. Así la usan mayormente los autores del Nuevo Testamento; aquí listo algunos ejemplos:

  • La noche está avanzada y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas y vistámonos las armas de la luz. (Ro. 13:12)
  • En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está corrompido por los deseos engañosos (Ef. 4:22)
  • Por eso, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo, porque somos miembros los unos de los otros. (Ef. 4:25)
  • Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca. (Col. 3:8)
  • Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante (He. 12:1)
  • Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas. (Stg. 1:21)
  • Desechad, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias y toda maledicencia (1 Pe. 2:1)

Para vivir como cristianos, el apóstol Pablo llama a los creyentes de Éfeso a renunciar a su vida pasada o despojarse de ella. No hay manera de que los que han sido salvados por gracia, por medio de la fe en Cristo (Ef. 2:8-10), vivan como si nunca se les impartió vida espiritual (Ef. 2:4); si así fuera, simplemente seguirían muertos en el pecado (Ef. 2:1).

Para vivir la verdadera vida cristiana, debemos renunciar a nuestro viejo hombre, renunciar a nosotros mismos. Sobre esto, el Dr. Juan Calvino afirmó lo siguiente:

«¿Y por qué [debemos despojarnos de nuestro viejo hombre]? Porque nuestros pensamientos y la doctrina de Dios son como el fuego y el agua; nuestros afectos y los mandamientos por los cuales él nos quiere gobernar. Es necesario, pues, que antes de que Dios nos gobierne, que haya cortado todo lo que era propio a nuestra naturaleza. Y he aquí por qué debemos comenzar por esta renuncia de nosotros mismos.»

Calvino, J. (2013). Sermones sobre Efesios (Tercera edición, p. 515). Moral de Calatrava, Ciudad Real: Editorial Peregrino.

Los cristianos no estamos llamados a ser una mejor versión de nosotros mismos, sino a ser formados según Cristo. La mejor versión de nosotros mismos no existe porque estamos totalmente caídos en el pecado aparte de la regeneración espiritual que Dios el Espíritu Santo obra en nosotros; por eso es necesario que el hombre completo sea redimido.

Segundo paso: Renovación (v. 23)

Este versículo parece ser el único lugar en todo el Nuevo Testamento donde aparece la palabra ananeomai, que significa ser renovado, ser hecho nuevo. Pablo llama a los cristianos en la ciudad de Éfeso no simplemente a mejorarse, sino a renovarse radicalmente desde lo más profundo de su ser: el espíritu de vuestra mente.

Es un principio generalmente aceptado que las ideas tienen consecuencias, o al menos eso se puede comprobar en la experiencia humana. La manera en que una persona piensa define la manera en que tal persona actúa y vive. Por tanto, es necesario no solo privarse de las cosas que son propias de la naturaleza pecaminosa, sino aprender las cosas que son propias de la naturaleza espiritual del creyente. Por eso, el apóstol Pablo exhortaba a los creyentes de Roma a no conformarse al mundo, sino a transformar sus vidas por medio de la renovación de su manera de pensar (Ro. 12:1). Conformarse al mundo es vivir según los valores y las ideas de éste; y si nuestros valores e ideas son los del mundo, no es de sorprenderse que pronto vivamos como el mundo, en abierta rebelión contra Dios.

Hoy más que nunca, los creyentes deben activamente procurar un entendimiento renovado, pues los valores e ideas del mundo se propagan rápidamente por medio de las redes sociales. Aquí algunas ideas:

  • El mundo defiende huevos de tortuga, pero mata a los bebés en el vientre.
  • El mundo protesta para defender a las personas con cierto color de piel, pero sus protestas son violentas y dañan la propiedad privada y el patrimonio público.
  • El mundo dice querer vivir en paz, pero idolatra líderes rebeldes que no respetan los marcos legales establecidos en su propio país.
  • El mundo dice que no hay verdad absoluta, pero defiende ese postulado como una verdad incuestionable.
  • El mundo dice odiar la infidelidad, pero con morbo reproduce contenidos en los que la infidelidad es exaltada como medio de entretenimiento.
  • El mundo deja morir niños con hambre sin promover que sean adoptados por matrimonios divinamente diseñados, pero defiende el supuesto derecho de padres del mismo sexo a adoptar niños.
  • El mundo dice defender a la mujer, pero la despoja de su naturaleza al animarla a no tener hijos ni vivir en una relación monógama.
  • El mundo odia el matrimonio divinamente diseñado entre un hombre y una mujer porque quita libertad a sus contrayentes, pero defiende el supuesto derecho de personas del mismo sexo a contraer matrimonio y “amarse libremente”.
  • El mundo dice que la salud pública está en peligro cuando la iglesia se reúne durante una pandemia, pero no ve peligro a la salud pública cuando miles de personas salen cada día a protestar violentamente por #BlackLivesMatter.

Todas estas y cientos de ideas más atacan la verdad de Dios hoy en día, y los creyentes estamos llamados a renunciar a nuestra pasada manera de vivir y renovarnos al llenar nuestra mente del conocimiento de Dios. No hay manera de vivir la verdadera vida cristiana si nuestra mente no se da al proceso ordenado y sistemático de conocer la verdad de Dios.

Charles Spurgeon, conocido como el Príncipe de los predicadores, testifica sobre los grandes beneficios de llenar nuestra mente con el conocimiento de Dios:

La ciencia más elevada, la especulación más encumbrada, la filosofía más vigorosa, que puedan jamás ocupar la atención de un hijo de Dios, es el nombre, la naturaleza, la persona, la obra, los hechos, y la existencia de ese gran Dios a quien llama Padre… El estudio más excelente para ensanchar el alma es la ciencia de Cristo, y este crucificado, y el conocimiento de la deidad en la gloriosa Trinidad. Nada hay que desarrolle tanto el intelecto, que magnifique tanto el alma del hombre, como la investigación devota, sincera, y continua del gran tema de la Deidad.

Citado en Packer, J.I. (1997) Hacia el Conocimiento de Dios (pp. 1-2). Editorial Unilit Miami, Fl. 33172 en coedición con LOGOI

Si Dios y toda su gloria revelada en las Escrituras no ocupan nuestra mente, las ideas del mundo lo harán. Por eso somos llamados a renovarnos en el espíritu de nuestra mente.

Tercer paso: Revestimiento (v. 24)

De la misma manera que apotithemai significa quitarse una vestidura, la palabra endyō significa ponerse un atuendo. Esta palabra se usa nuevamente en sentido ético y espiritual, pues Pablo la está aplicando a la transformación espiritual que los verdaderos creyentes deben experimentar. Una vez que los creyentes se han despojado de sus vestiduras inmundas y se han lavado por medio de la renovación de su entendimiento, están listos para que la justicia y santidad que caracteriza a los hijos de Dios sean visibles en sus vidas.

Nótese que no es el mismo viejo hombre el que simplemente se está cambiando un atuendo. Es en realidad el viejo hombre muriendo y el nuevo hombre siendo formado por Dios por la obra de su verdad. El Nuevo Testamento usa esta misma palabra endyō para referirse a la santificación práctica del creyente en varias ocasiones:

  • La noche está avanzada y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas y vistámonos las armas de la luz. (Ro. 13:12)
  • No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos y revestido del nuevo. (Col. 3:9-10a)

En este punto, es probable que ya sintamos el peso sobre nuestros corazones al descubrir que estos eslabones están ausentes en nosotros. No nos hemos despojado del viejo hombre ni hemos dedicado nuestra mente a las cosas divinas, y por tanto tampoco hemos experimentado una verdadera transformación en nuestra manera de vivir.

El Dr. Juan Calvino nos ayuda a entender de qué se trata revestirnos del nuevo hombre y en qué medida depende o no de nosotros hacer esto:

«Y de hecho, ¿qué es vestirse el hombre nuevo? Ya hemos declarado que debemos ser transformados en nuestros pensamientos y en nuestros deseos; en una palabra, en todas las partes de nuestra alma. Pero esta conversión, ¿no es una obra especial de Dios y un don de su Espíritu Santo? S. Pablo, pues, no da a entender que nosotros podamos algo como por nuestra virtud; con todo, cada uno de nosotros se ha de esforzar a seguir allí donde él nos llama.»

Calvino, J. (2013). Sermones sobre Efesios (Tercera edición, p. 525). Moral de Calatrava, Ciudad Real: Editorial Peregrino.

Es el Espíritu Santo quien nos lleva a ser transformados y revestidos del nuevo hombre, sin lo cual nadie puede afirmar ser cristiano. San Pablo nos está llamando, como dijera en otra parte, a ocuparnos de nuestra salvación con temor y temblor, conscientes de que es Dios mismo el que produce en nosotros tanto el deseo de santificarnos como el poder para accionar tal deseo (Fil. 2:12-13).

Dios mismo está creando este nuevo hombre en nosotros en la justicia y santidad de la verdad. No hay nada en nosotros que pueda comprarnos este favor glorioso, y sin embargo estamos llamados a participar activa y responsablemente de él, ya que ha sido implantado en nosotros el Espíritu Santo, el cual nos capacita para vivir consciente y responsablemente en la gracia de Dios.

Un cambio verdadero: Renuncia → Renovación → Revestimiento

Ese es el orden dado por Dios para todos los creyentes. Solo siguiendo este orden podemos ser verdaderamente transformados, y no es un proceso que se va a completar por arte de magia. Ya que es el Señor quien produce en nosotros tanto el querer como el hacer, la ausencia de transformación es una alerta que debemos tomar seriamente en cuenta y encomendarnos a la gracia de Dios. Aquellos de nosotros que ya experimentan transformación, deben dar a Dios la gloria por su obra de gracia en sus vidas.


Notas:

  • Los significados de las palabras griegas fueron extraídos de Swanson, J. (1997). Diccionario de Idiomas Bíblicos: Griego (Nuevo testamento) (Edición electrónica.). Bellingham, WA: Logos Bible Software.
  • Todas las citas bíblicas han sido tomadas de la Biblia Reina Valera Revisada 1995 por Sociedades Bíblicas Unidas.
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