La vida pública es el lugar en el que los creyentes procuran la gloria de Dios. Jesús enseñó que el nombre de Dios será glorificado cuando los hombres vean nuestras buenas obras (Mt. 5:16). No glorificamos a Dios al encerramos en una burbuja con otros creyentes y aislarnos del mundo, sino cuando salimos el día lunes a trabajar y vivir. Por eso es que la iglesia necesita enseñar no solo cómo orar, leer la Biblia y asistir a la congregación, sino también cómo desarrollar nuestra vocación desde una perspectiva bíblica. Necesitamos aprender a trabajar bíblicamente.
En su ponencia Redefining Work (Redefiniendo el Trabajo), el Dr. Timothy Keller habla de 5 formas en las que la teología de la Biblia da forma a nuestro trabajo. Quiero tomar estas cinco ideas para desarrollar este artículo:
1- La fe cristiana te da un equilibrio interior sin el cual el trabajo podría destruirte
Keller cuenta una historia del Dr. Martin Lloyd Jones, quien observaba que en la lápida de muchos hombres de su tiempo se escribía lo siguiente: «Nació siendo hombre y murió siendo doctor». Esto demuestra cómo muchas personas fijan el valor de sus vidas en su profesión, en su trabajo. Nuestra profesión u ocupación se convierte en nuestra identidad, y hacemos a un lado el hecho de que, en realidad, lo más importante de nuestra identidad es que somos hijos de Dios (1 Juan 3:1-3)
Cuando eso sucede, el trabajo nos destruye porque, como afirma Tim Keller, «el éxito se nos va a la cabeza, y el fracaso se nos va al corazón». Cuando somos exitosos, nos llenamos de orgullo y olvidamos el evangelio; olvidamos que espiritualmente todos somos mendigos fracasados que necesitan salvación. Cuando fracasamos, nos llenamos de amargura y también olvidamos el evangelio; olvidamos que en Cristo nuestros fracasos no deben destruirnos, pues él nos abraza con su dulce corazón.
2- La fe cristiana te da un concepto de la dignidad y el valor de todo trabajo, incluso del trabajo sencillo, sin el cual el trabajo podría aburrirte
Todos conocemos de una u otra manera lo aburrido que puede llegar a ser trabajar 8 horas diarias o más. Cualquiera pensaría que el recibir una remuneración al final de un mes podría ser un motor que nos impulse a trabajar con todas nuestras ganas. Sin embargo, la espera del fin de mes en incontables ocasiones se vuelve demasiado larga, y necesitamos que algo más sostenga nuestra filosofía del trabajo si queremos disfrutar lo que hacemos.
Otro error que muchos cometemos es pensar que hay trabajos más dignos que otros por ser mejor remunerados o porque no requieren tanto esfuerzo físico para ser llevados a cabo. Sin embargo, debemos comprender la dignidad y el valor de todo trabajo lícito. ¿Cómo lo hacemos? Recordando que Dios sostiene el mundo a través de nuestro trabajo. Todo trabajo lícito es en realidad la obra de Dios en su mundo. Lutero afirmaba que «Dios está ordeñando las vacas a través de la vocación de la lechera».
Cualquier trabajo que podamos llevar a cabo para el bien de la raza humana es en última instancia una vocación dada por Dios. Si cultivamos verduras, estas sirven para que muchos ciudadanos se alimenten saludablemente. Si programamos software de computadoras, este sirve para que muchas personas tengan una labor más óptima. Cualquier trabajo lícito es digno y valioso en el mundo de Dios. Si adoptamos esta mentalidad en nuestra ética del trabajo, quizá nos aburramos menos al entender que lo que hacemos, por muy sencillo que sea, es en última instancia algo que el Señor está llevando a cabo por medio de nuestras sencillas manos.
3- La fe te da una brújula moral sin la cual el trabajo podría corromperte
Hace varios meses, platicaba con un querido hermano de mi congregación sobre la política. Si vives en Latinoamérica, sabrás que la política está mezclada con el crimen organizado, el narcotráfico, y toda clase de negocios ilícitos. La opinión de mi amigo es que ningún cristiano debería perseguir una vocación en el mundo de la política, pues automáticamente toda persona que entra en la política se corrompe. Mi posición siempre ha sido que el Señor puede usar a sus hijos para hacer la diferencia, incluso en un mundo tan oscuro. Allí tenemos a José, Daniel, Nehemías, y otros creyentes que el Señor ha usado en la política para traer su luz.
El problema en realidad es pensar que la moral es relativa. Cuando pensamos así, aprovechamos cualquier oportunidad para conseguir más dinero y un mejor pago, sin importar si esto es bueno a los ojos de Dios. Cualquiera acepta un trabajo para el que no está calificado para obtener mejores ingresos para su familia. Cualquiera vende un poco sus valores con tal de conseguir una mejor estabilidad económica. El trabajo puede llegar a ser un instrumento para corrompernos, pero el evangelio nos llama a hacer todas las cosas como para el Señor, conscientes de que es a él a quien servimos en todo lo que hacemos (Col. 3:23-24).
4- La fe cristiana te da una visión del mundo y de la vida que moldea el carácter de tu trabajo, sin la cual el trabajo podría dominarte y utilizarte
La insatisfacción es unos de los problemas más comunes cuando nos acercamos al trabajo. Muchos estamos insatisfechos con lo que hacemos o con la remuneración que obtenemos. Por un lado, pensamos que nuestro trabajo carece de valor al no ver grandes cantidades de dinero entrar en nuestra cuenta bancaria. Cuando eso sucede, nos desvivimos por alcanzar más y más. Por otro lado, creemos que entre más dinero obtengamos, más debemos trabajar. Así que tanto el pobre como el rico corren tras el dinero. Ambos, tanto el que tiene poco como el que tiene mucho, quieren tener más.
Por su parte, la fe cristiana nos habla de que el valor de la vida en realidad trasciende a todo lo que podamos tener o carecer. Jesús enseñó que la vida del hombre no consiste de los bienes que posee (Lc. 12:15). Al entender esto, tanto el que gana mucho como el que gana poco puede descansar en que el valor de su vida es infinitamente mayor que lo que pueda tener. El que tiene poco entiende que su valor no está definido por lo que tiene en su cartera; el que tiene mucho entiende que su valor tampoco está definido por lo que tiene en su cuenta de banco. En Cristo, todos somos pobres y mendigos espiritualmente, y a la vez somos las personas más ricas del mundo al tener a un Salvador tan grande. Eso nos impulsa a trabajar con equilibrio, sin ser dominados por la avaricia.
5- La fe cristiana te da la esperanza de que tu trabajo no es en vano, por muy poco remunerado que sea aquí
Aunque nuestro trabajo pueda parecer poco productivo, tenemos la esperanza de que, cuando es llevado a cabo en el Señor, no es en vano (1 Cor. 15:58). Podemos aplicar esto solamente a las cosas que son «espirituales» como orar, leer la Biblia, servir en un ministerio, etc. Sin embargo, al hacerlo caemos en el error de separar nuestra vida entre lo espiritual y lo secular. En otras palabras, vivimos dos vidas. Por el contrario, debemos tener presente que para el cristiano todas las cosas son espirituales.
Tanto nuestro trabajo en la obra del Señor como nuestro trabajo en la obra de nuestro jefe terrenal tiene recompensa eterna. Por eso el apóstol Pablo instó a los empleados a trabajar como para el Señor, pues de él recibirán la recompensa, incluso si sus jefes son injustos con ellos (Col. 3:23-24). Viene un día en que tanto el pastor como el banquero, tanto el teólogo como el barrendero, recibirán las siguientes palabras: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. (Mt. 25:23)